Enseñar para aprender
Fui coordinador docente de una
materia a los muy pocos años de recibido. Aquel año recibimos el gran aluvión
de alumnos que siguió a la implementación del CBC en la UBA, pasamos de tener 350 alumnos
por cuatrimestre a 1700. Un MOC, porque no era online.
En la emergencia, las comisiones estuvieron a
cargo tanto de profesores experimentados como de ayudantes recién
ingresados.
Siempre tuve una gran admiración por el profesor titular de esa
materia. Cuando le sugerí si no convendría rotar los docentes a cargo de cada
comisión para que los alumnos alternaran algún novato con otro más experimentado,
me miró con su sonrisa típica y me dijo algo así como: “Si, sería bueno que a
los que les tocó (NOMBRE DE PROFESORES NO PUBLICABLES) también les toque uno de
los jóvenes, así aprenden algo”.
Su discurso, que también mi
experiencia confirmó, buscaba aprovechar dos fenómenos:
- Muchas veces los alumnos aprenden más de alguien más cercano que de alguien más sabio. El profesor lo ponía en términos físicos, el gradiente de conocimiento entre ambos no debía ser mucho.
- Solamente se termina de aprender un tema cuando uno lo tiene que enseñar.
Uno de los motivos por los que
hice este curso es tratar de implementar uno, abierto, online, ¿masivo?, que todavía
no está en la nube, sino solamente en la nebulosa. La intención es reclutar alumnos
para armar un proyecto de educación sobre temas de salud pública abierto a la
comunidad, o a colegios, o a quien quiera participar, que podría incluir distintos
niveles de complejidad. La intención, como la de mi profesor, es no solo formar a los que lo cursen sino
también a los que lo dicten.
¿Qué me llevo?
En mi recorrido la principal
enseñanza es el curso en sí. Se puede hablar de qué es un MOOC, pero es mejor vivirlo.
En este mes caminamos por un
verdadero bosque de bibliografía y videos, compartimos el espacio en foros
inabarcables con varios cientos de compañeros, leímos una lista de neologismos que
intimidan y que, ahora sabemos, son las tecnologías que se vienen. Yo
personalmente, metáfora de gordo de alma, me sentí en un tenedor libre de las TIC.
Puede que sea algo angustiante
dejar tan conscientemente tanto de lado, sin leer, sin ver, sin opinar. Pero una menor oferta por ahí nos
hubiera dejado con la falsa tranquilidad de creer que ya sabemos todo.
Y a modo de despedida les dejo un
video sobre un inventor de la edad media, que muestra los riesgos de ser muy
innovador.