Algunas reflexiones sobre las
evaluaciones y la necesidad de evaluar
Acabo de leer un trabajó de Gary
Brown que comienza con una cita de Poincaré que ya había leído alguna vez.
-Poincaré –me digo, recordando un
libro que leí hace relativamente poco tiempo sobre la Conferencia de París de
1919 – El presidente francés…¿Pero por qué opina de ciencia?
Claro, porque no es el presidente
francés, sino su primo, el físico, como me revela Wikipedia. Y tampoco después
de todo eran de Poincaré las cosas que yo creía recordar, sino de su más
recordable primer ministro, Clemenceau.
Algo desilusionado por mi adelgazada
memoria comienzo la lectura del artículo que sigue a la cita. Brown señala muy
a propósito que el aprendizaje es más complejo que el mero recuerdo. ¿Pero qué
es lo que finalmente uno recuerda de lo que aprende? ¿Cuánto es lo que debemos
recordar? ¿Qué cosas merecen ser recordadas? Comparto este curso con varios
compañeros de la Facultad de Farmacia y Bioquímica. Me atrevo a decir que todos
deben haber sido buenos estudiantes y son hoy docentes en la Facultad. ¿Se
atreverían a responder el final que se toma en otra materia? ¿Qué nota nos
sacaríamos? ¿Cambia eso nuestras competencias?
Barbera habla en su trabajo de la
multidimensionalidad de la evaluación, sin embargo mi vida como estudiante fue
unidimensional. A pura memoria, tanto en los nombres de las 100 especies
botánicas como en el mecanismo de los problemas de fisicoquímica. Recordar el
nombre latín o recordar como poner los números en la fórmula. Unas y otras
fueron totalmente olvidadas, como Clemenceau.
Algunas pocas cosas sin embargo
se recuerdan, vaya uno a saber por qué. Y ya que estamos acá vamos con mi
pasado en la carrera docente en la facultad. Me acuerdo, por ejemplo de una
idea de un filósofo de la educación, Fenstermacher, que decía que con el tiempo
los alumnos aprendía a “estudiantar”, definiendo este neologismo como la serie
de conductas y tareas que tenían que hacer para aprobar materias y pasar
felizmente por una institución, algo que era más que solo estudiar. Esto puede
ser visto como una conducta reprobable, algo así como estudiar para zafar, pero
es absolutamente necesario. Es nuestro propio comportamiento cuando somos
alumnos: No todo nos interesa, somos los que finalmente terminamos haciendo una
última selección de los contenidos. ¿Podemos reprobarlo en nuestros alumnos? Es especialmente aplicable a la evaluación. El
alumno puede adaptarse a distintos tipos de evaluaciones, aprobarlas sin mayor
gasto. Si hacemos un choice se la vamos a dejar fácil, pero aún una evaluación
más elaborada puede ser superada por un alumno con oficio, dejando una huella
mínima en su aprendizaje.
Marilina Lipsman (hola Marilina,
disculpen, pocas veces cito a un autor que conozco) señala varios enfoques de
la evaluación. Nadie, creo, osaría defender a un choice como la mejor
alternativa evaluativa. Decididamente el registro de una wiki o el asistir a un
alumno en la realización de un trabajo sobre la materia será mucho más
enriquecedor. ¿Pero es solo por la metodología de evaluación en sí que es mejor?
Hacer un par de preguntas verdadero-falso es también mucho más fácil y
probablemente el docente que haya optado por esta técnica también haya ahorrado
esfuerzos en muchos otros aspectos de la enseñanza.
Para ser justo, a pesar que todas
las evaluaciones de mi carrera fueron solo evaluaciones del aprendizaje (y no
para, como o desde y todas las preposiciones que puedan proponer) tuve muchos
docentes que se preocupaban para tratar de que aprenda. Y pongo un ejemplo. En
el primer año de la facultad fui un día muy desesperado a consultar una duda al
profesor de matemática. No era el horario de consulta y cuando toqué el timbre
de la Cátedra justo salía con su maletín para irse. Miró el reloj algo
contrariado, me metió para adentro y me dio una clase de quince minutos en un
pizarrón que tenía junto a su escritorio. La evaluación de matemática no era
muy distinta a las demás. ¿Importa?
Años atrás veíamos a docentes con
carpetas donde guardaban sus transparencias, ya poco transparentes por la edad,
siempre las mismas. Hoy los archivos ppt no envejecen ni pierden color, pero
igual su vejez se nota en la falta de entusiasmo que pueden transmitir, amargos,
como somos los viejos. El docente que dedica tiempo a su práctica docente
también se interesa en tratar de ver si sus alumnos aprendieron y por ahí creo
que pasa el tema.
Acostumbrado desde mis primeros
años como docente a clases masivas, y algunas veces más masivas, las nuevas
materias optativas han traído a nuestra facultad la novedad de grupos muy pequeños,
alumnos que uno termina conociendo uno a uno. Cuándo empezamos a pensar cómo
íbamos a evaluarlos nos dimos cuenta que ya lo habíamos hecho.
Un exceso de afán evaluativo sino
podría acercarnos de nuevo a Clemenceau. Durante la conferencia de paz de París
trataron de asesinarlo. El atacante disparó seis o siete tiros a una mínima distancia
pero no logró matarlo.
"Por supuesto este hombre debe
ser castigado por el uso negligente de un arma peligrosa – solía decir - y por
mala puntería. Sugiero que lo encierren durante ocho años, con una formación
intensiva en un polígono de tiro".